El niño desde su nacimiento está expuesto a un aprendizaje constante, por lo tanto los estímulos y todo recurso que ayude a este proceso serán de mucho apoyo.
El entorno del niño deberá ser de permanente estímulo y refuerzo, brindándole la oportunidad de crecer y madurar en la medida de sus posibilidades, abarcando la mayor cantidad de áreas básicas indispensables para su crecimiento.
Un niño de 2 años ya es capaz de caminar bien, pararse de puntillas, patear una pelota hacia adelante, subir y bajar escaleras sin ayuda, saltar con los pies juntos, quitarse la ropa, armar y desarmar objetos, retroceder, usar la cuchara derramando un poco, beber en una taza, guardar semillas en una botella utilizando la pinza digital, demuestran interés por aprender a usar el baño.
Desean ayudar a mamá en los quehaceres domésticos, gustan de imitar a los adultos, combinan 2 o 3 palabras diferentes, señalan partes del cuerpo.
Generalmente, son egocéntricos y es muy difícil que compartan, de ahí la importancia de participar en juegos con otros niños de su edad. Ellos aún necesitan seguridad.
Expresan sus sentimientos y deseos. Siguen instrucciones simples. Logran tener una capacidad de atención mínima de 3 minutos.
Es importante utilizar todos los mecanismos necesarios para proporcionarle un ambiente suficientemente estimulado que desarrolle diariamente su imaginación, lenguaje, atención, motricidad gruesa, motricidad fina, socialización y autonomía.
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