Diciembre 18, 2008
Yo tuve los padres más malos del mundo; mientras los otros niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer cereal, huevos y pan tostado.
Cuando los demás tomaban colas y dulces para el almuerzo, yo tenía que comer sopa y arroz. Mis padres siempre insistían en saber quiénes eran nuestros amigos y lo que estábamos haciendo.
Insistían en que si decíamos que íbamos a tardar una hora, solamente nos tardaríamos una hora.
Me da vergüenza admitirlo, pero tuvieron el descaro de romper la ley contra el trabajo de los niños menores, hicieron que laváramos platos, tendiéramos las camas, aprendiéramos a cocinar, y muchas cosas igualmente crueles.
Creo que se quedaban despiertos en la noche pensando en las cosas que podrían obligarnos a hacer, siempre insistían en que dijéramos la verdad, y nada más que la verdad.
Para cuando llegamos a la adolescencia, ya fueron más sabios, y nuestras vidas se hicieron aún más miserables. Nadie podía tocar el claxon para que saliéramos corriendo. Nos avergonzaban hasta el extremo, obligando a nuestros amigos a llegar hasta la puerta para preguntar por nosotros.
Mis padres fueron un completo fracaso, ninguno de nosotros ha sido arrestado, cada uno de mis hermanos ha servido en una misión y también ha servido a la patria, y…,¿A quién debemos culpar de nuestro terrible futuro?…, tienen razón, a nuestros padres. Vean de todo lo que nos hemos perdido. Nunca hemos podido participar en una demostración de actos violentos y miles de cosas más que hicieron nuestros amigos. Ello nos hizo convertirnos en adultos educados y honestos.
Tomado: Del Libro el Poder Invisible del Amor
Cuando los demás tomaban colas y dulces para el almuerzo, yo tenía que comer sopa y arroz. Mis padres siempre insistían en saber quiénes eran nuestros amigos y lo que estábamos haciendo.
Insistían en que si decíamos que íbamos a tardar una hora, solamente nos tardaríamos una hora.
Me da vergüenza admitirlo, pero tuvieron el descaro de romper la ley contra el trabajo de los niños menores, hicieron que laváramos platos, tendiéramos las camas, aprendiéramos a cocinar, y muchas cosas igualmente crueles.
Creo que se quedaban despiertos en la noche pensando en las cosas que podrían obligarnos a hacer, siempre insistían en que dijéramos la verdad, y nada más que la verdad.
Para cuando llegamos a la adolescencia, ya fueron más sabios, y nuestras vidas se hicieron aún más miserables. Nadie podía tocar el claxon para que saliéramos corriendo. Nos avergonzaban hasta el extremo, obligando a nuestros amigos a llegar hasta la puerta para preguntar por nosotros.
Mis padres fueron un completo fracaso, ninguno de nosotros ha sido arrestado, cada uno de mis hermanos ha servido en una misión y también ha servido a la patria, y…,¿A quién debemos culpar de nuestro terrible futuro?…, tienen razón, a nuestros padres. Vean de todo lo que nos hemos perdido. Nunca hemos podido participar en una demostración de actos violentos y miles de cosas más que hicieron nuestros amigos. Ello nos hizo convertirnos en adultos educados y honestos.
Tomado: Del Libro el Poder Invisible del Amor