En estos tiempos estamos
bombardeados por imágenes en la televisión y juegos de videos. En casi
todos los hogares hay un instrumento tecnológico por la cual nos enteramos de
lo que ocurre en nuestro país como fuera de él. Los jóvenes están expuestos a
estas imágenes a diario.
Estas imágenes llevan con ellas mensajes escondidos
que se proyectan a grandes velocidades dejando al joven en un estado “estatizante”,
inmovilizado, casi paralizado e impresionado. No hay tiempo para
interpretaciones pues cada treinta segundos cambian las imágenes entre
segmentos de quince minutos de los programas de televisión. ¿Quién ayuda a
descifrar tales imágenes? Esta es la pregunta que yo me hice cuando mi hija
tenía seis años. Resulta que pasaban una propaganda de desodorante donde la
imagen era una joven con los brazos entrelazados al cuello de un joven quien
tenía sus manos en los glúteos de la joven bailando un bolero en una discoteca.
Una tarde viendo la televisión con mi hija. Ella me pregunta: “Mamita, cuando
yo sea grande y baile en la discoteca con mi enamorado él ¿me va a poner
las manos en los pompis?” Mi hija no captó el mensaje del desodorante ultra
seco que permite a la joven entrelazar sus brazos al cuello, el mensaje que ella
recibió fue otro. Y así, puede haber múltiples mensajes escondidos y mal
interpretados por miles de televidentes que aún no tienen criterios formados.
Sin considerar, además, que estos jóvenes televidentes tengan a alguien que
puedan interpretar dichos mensajes. Hay que tomar en cuenta que una propaganda
dura aproximadamente treinta segundos.
¿Qué sucede con los famosos videos
musicales que duran entre tres y siete minutos? ¿Y las películas? ¿A cuánta
información visual estamos expuestos durante el día y la noche? ¿De que manera
nos vamos a dominar o controlar la velocidad visual con nuestros hijos? ¿Cuándo
vamos a monitorear y conversar acerca de estos temas con nuestros hijos?