Cada día, los hijos se van
más tarde del hogar. Es más, hay cuarentones que viven y dependen de sus
padres. Parecería que estamos fallando en el proceso de separación,
independencia y de crear individualidad.
Es irónico lo que pasa. Los padres dedican su vida a hacer felices a sus hijos y el resultado es la infelicidad pues ellos nunca aprenden la autosuficiencia, nadie los preparó para eso.
Es irónico lo que pasa. Los padres dedican su vida a hacer felices a sus hijos y el resultado es la infelicidad pues ellos nunca aprenden la autosuficiencia, nadie los preparó para eso.
En aras de una felicidad mal entendida, los padres les dan todo y más: clases de música, deportes, el mejor colegio, felices cumpleaños, viajes exóticos y, en fin, un exceso de gratificación. Estos padres se sacrifican no sólo monetariamente sino en todo sentido para que sus hijos tengan lo mejor del mundo. Pero al ver crecer a estos hijos estamos viendo que se vuelven no solo cómodos sino exigentes. Son niños que han crecido con tanta atención y preocupación alrededor de su felicidad que se quieren bastante a sí mismos, pero a nadie más. Esa autoestima no es buena.
Les hace difícil dar a los demás y por lo
tanto sus interacciones emocionales son conflictivas. Esto no pasó con
generaciones anteriores. Jóvenes cuyos padres no se preocuparon tanto por la
felicidad de sus hijos sino por la de ellos. Y los resultados fueron gente
trabajadora, luchadora y sobretodo independiente. Eran padres que no
sobreprotegían (tal vez porque no había tantos peligros) y les dieron más
libertad hasta para cometer errores, lo cual les llevó al desarrollo de un buen
sentido de responsabilidad e identidad.
¿Qué vamos a hacer entonces con los hijos de hoy, egoístas, cómodos y dependientes? La respuesta es obvia: Ponernos las pilas y exigirles. Hacer acuerdos sobre lo que sí y lo que no se puede. Enseñarles lo que se llama 'juicio de realidad'. Hacerles ver que tienen que ganarse las cosas y que todo tiene un límite que hay que respetar. Una tarea esencial es enseñarles el buen manejo del dinero desde muy temprano. Si quieren algo extra, que trabajen y lo consigan. Ver que sus padres buscan su propio bienestar como personas y pareja será un buen ejemplo para estos hijos.
Es importante que vean que así como los padres hacen sacrificios por ellos, también merecen privilegios y respeto. Ya, más adelante, ellos se ganarán esas comodidades pero por sus propios méritos. Prepare entonces a sus hijos para que labren su felicidad.
Ojalá que con el primer sueldo que ganen se les exija algún aporte para la casa. Si no, ahí los tendrán pegados, cómodos pero poco productivos posiblemente bastante infelices.
Reflexione. Cualquier día es bueno para cambiar de estrategia en la crianza de los niños de hoy.
Por Annie de Acevedo, Psicóloga.